Pensando en voz alta

By Ana - marzo 16, 2018


El otro día terminé de leer el libro de Laura Ferrero "Qué vas a hacer con el resto de tu vida", es de esos libros que eres capaz de devorar, a mí personalmente me ha gustado mucho. No se si, porque me he visto muy reflejada con la protagonista, por el hecho de que la historia transcurra entre Ibiza y Nueva York (mi ciudad soñada para vivir una temporada), o por el hecho de que habla de esa necesidad de escapar que tenemos las personas en momentos concretos de nuestra vida...



El caso, es que hacía mucho que un libro no me enganchaba, y es curioso como hay veces, que los libros llegan a ti en el momento preciso. No siempre,  es el momento para leer todos los libros. Soy de la opinión de que según que libros tienen su momento, ¿vosotros también?


En una de las reflexiones que se hace la protagonista a lo largo de la historia, hay una que se me quedó grabada, decía que es curioso como muchas veces imaginamos nuestra vida en un momento en concreto, y una vez hemos conseguido llegar a ese momento soñado, deja de tener interés, cómo lo ves con otros ojos y no aprovechas la oportunidad como te lo habías imaginado. ¿Os ha pasado?, a mí sí, en un montón de facetas de mi vida. Con cosas tan banales como comprar una blusa con la que suspirabas y cuando por fin la tienes en tu armario, ya deja de tener interés. Y dándoles vueltas al tema, no he podido llegar a otra conclusión más que es un auténtico error. 
Sí, hay que aprender a vivir con lo que uno tiene en cada momento y ser feliz. Por experiencia se que la vida es corta, muy corta, y que sin previo aviso, te da reveses de los gordos, porque la vida, como siempre me dice Fer, no te pregunta. Pero también se, que te da oportunidades, y que hay que saber aprovecharlas porque nunca sabes que puede venir detrás.


No se si será consecuencia del cóctel hormonal que tengo debido al embarazo, al hecho de que me quedan 9 semanas para verle la carita a mi bebé y os digo que llevo un relajo que jamás hubiese imaginado. Si es el hecho de que nos hemos mudado a la isla y tengo necesidad de cambiar mi forma de vida pero no se por dónde empezar. Pero el hecho es que, me miro al espejo y no me reconozco del todo, ¿también os ha pasado?, lo de miraros y no reconoceros.
Yo estudié biología, no me gustó nada la carrera, pero sí me ha servido en muchos ámbitos de mi vida, sobre todo ese lado científico que tengo y me ayuda a poner las cosas en su lugar y darles una explicación. Así que, cuando paso por etapa de estas, siempre me digo lo mismo, "Ana, somos animales, y como animales necesitamos un periodo de adaptación al cambio". Esto me ayuda a entender que me esté costando encontrar mi sitio. Ciudad nueva, empezar de cero otra vez, y aunque soy una persona tirada hacia delante, reconozco que el hecho de estar de arriba para abajo, a veces me viene cuesta arriba. 
Ahora mismo, tengo necesidad de encontrar mi sitio, de encontrarme en la isla y disfrutar de ella por fin. Soy consciente que vivo en un paraíso natural y que muchos matarían por la oportunidad que se nos ha presentado. Pero, esa tendencia que tengo en los últimos tiempos a ver las cosas desde el lado feo y la queja constante me impide ver todo lo que me rodea.


¿Es posible que la isla me esté cambiando?, soy amante de los cambios, pienso que son necesarios, pero al mismo tiempo me abruman. Ahora mismo estoy en contradicciones constantes, y no se por qué decidirme. 
Tengo necesidad por todo lo que tiene que ver con lo natural, tejidos naturales, cestos, plantas, alfombras... miro Pinterest y mis ojos sólo se van detrás de fotos que me transmiten naturalidad pura y dura, ¿será los efectos de la isla?


Yo que con Ana fui amante de los lazos, el piqué, el plumetti y los volantes, no me reconozco cuando miro cosas de bebé en la que predominan los tejidos naturales, bebés mucho más sencillos, pero que me transmiten un sinfín de sensaciones, ¿es posible haber cambiado tanto?


Con Ana me pasa tres cuartos de lo mismo. Tengo que renovar su armario de primavera, y a mí sólo se van los ojos detrás de los tejidos frescos, ligeros, de punto... tal vez, quiera que todos nos mimeticemos con el ambiente de la isla.


Como os digo, estoy en un momento de cambio constante, en el que intento encontrar mi sitio y sentirme a gusto conmigo misma, y en mi nuevo lugar. 
En el tema bebé, voy bastante rezagada, no tenemos ni el nombre claro, no os digo más. Con Ana lo tuvimos claro desde que supimos que era niña. A Fer le hacía una ilusión tremenda que se llamara Ana, a lo largo de su vida se había cruzado con Anas de las que tenía muy buen recuerdo, se casó conmigo que me llamo Ana y le hacía mucha ilusión que su hija se llamara Ana. Era un nombre que iba asociado a él, y yo no me opuse, pese a no ser partidaria de que se llamara como yo. He de reconocer que mi nombre me gusta mucho. 
Con la segunda, todo va mucho más relajado, ya os digo que me faltan un montón de cosas. Y ya no se, si tendremos que esperar a verle la carita para decidir que nombre ponerle. 
Como detectaréis por mis palabras, estoy en marejada constante, soy un coctel hormonal y una chica que intenta buscar su sitio.
Hoy tenía necesidad de compartir todo esto con vosotros, ya no se, quienes quedaréis al otro lado de la pantalla, soy consciente que estoy en continúas idas y venidas en lo que al blog se refiere. Pero espero, poder pronto estar centrada, haber encontrado mi sitio y empezar de cero. 
Un beso muy fuerte y feliz fin de semana :-)))
Ana

Fotos vía Pinterest












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